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El templo está en usted. Usted es parte del lugar donde Dios habita en la tierra. “¿No se dan cuenta de que su cuerpo es el templo del Espíritu Santo, quien vive en ustedes y les fue dado por Dios? Ustedes no se pertenecen a sí mismos”; (1 Corintios 6:19, NTV). A lo largo de esta serie estaremos aprendiendo sobre el templo, el lugar sagrado donde Dios habita en la tierra. A pesar de lo quebrantadas que están las personas, Él nos eligió a nosotros. Él ofreció a Su hijo como sacrificio expiatorio para permitirnos estar en Su presencia.

Esta semana, tenemos el desafío de responder esta pregunta: ¿es usted destacando por Jesús, o está cambiando lentamente y pareciéndose más al mundo? Veamos la diferencia entre conformarse y transformarse. Elijamos estar “en este mundo, pero no ser de él.”

Esta cultura y el mundo son negativos de muchas maneras. Usted puede ser optimista, ingenuo o tratar de sacarlo de su mente, pero todavía suceden cosas malas y la humanidad tiene fallas. ¿Cómo puede vivir con gozo, paz, esperanza y confianza en Dios? ¿Cómo afrontar el futuro con audacia? ¿Cómo puede vencer el poder del pecado, incluso en su vida de pensamientos? Veamos Romanos, Capítulo 8.

La ira es una emoción humana básica que ha estado causando problemas desde la creación. Lo vemos en nuestras familias, nuestros lugares de trabajo, en las noticias, ¡y lo encontramos en la Biblia! El hijo de Adán y Eva, Caín, estaba “furioso” y asesinó a su hermano. ¿Cómo controlamos esta reacción física para que no se convierta en pecado y, en cambio, reaccionemos de manera que honre a Dios?

La lista de cosas temibles no solo es interminable, sino completamente diferente para cada uno de nosotros. ¡Puede que usted tenga una serpiente como mascota o se desmaye al ver una! Pero es una verdad universal que todos tenemos algunos miedos. ¿Cómo pasamos del temor a la paz de Dios? Miremos al Buen Pastor y todo lo que Él hace y provee para nosotros.

No hay muchas áreas de nuestras vidas en las que no experimentemos inseguridad, si no miedo absoluto. Tal vez para usted, es una inseguridad sobre sus habilidades, personalidad, relaciones, sus finanzas o su imagen. ¿Cómo podemos pasar de esos sentimientos de inseguridad y miedo a la confianza en Dios? ¿Cómo podemos confiar en que Él siempre está con nosotros y obrando en nuestras vidas?

Nos esforzamos mucho para obtener esa promoción, logro o reconocimiento. Pero, ¿qué viene después? ¿Es decepción o desorientación? Incluso cuando perseguimos los propósitos de Dios en nuestras vidas, podemos quedarnos sin visión o sin un próximo paso. Aprendemos esta semana que Dios nunca termina con nosotros. Aprendemos a terminar bien, continuando en nuestro servicio, dando toda la gloria a Dios.

La semana pasada comenzamos nuestra serie hablando de José y cómo Dios lo usó, a pesar de las luchas y obstáculos en su vida. Esta semana seguimos hablando de José. Aprendemos cómo podemos distinguir entre cuáles son nuestras metas y ambiciones, en oposición al propósito y llamado de Dios para nuestras vidas.

A menudo pasamos por la vida sin examinar nuestra situación o sin pensar hacia dónde vamos. Si nos sentimos cómodos, podemos volvernos apáticos. Si nos hundimos en el estrés y la desesperación, a menudo no tenemos la energía para mirar hacia adelante y más allá. Pero Dios quiere darnos Su sueño para nuestras vidas. Y eso comienza con buscarlo a Él.

Hay tantos problemas que nos impiden lograr nuestras metas y realizar nuestros sueños. Pero, ¿qué pasa con los peligros de alcanzarlos y obtener una medida de éxito? Dediquemos un tiempo a considerar nuestras actitudes, probándonos a nosotros mismos y a nuestro corazón.